viernes, 2 de octubre de 2009

Me quiere, no me quiere, me...


La luna cada noche peina sus pétalos amarillos
El rocío cada mañana lava su cara.
El ruiseñor le canta una balada.
La mariposa la abanica en los días de calor con sus alas.
Mientras la abeja lame su néctar al tiempo que la abraza y besa.
Sirve de paraguas cuando llueve a las hormigas, escarabajos...
Pone armonía en los campos.
Sus pétalos siempre dicen que sí se quieren los enamorados.
Ella siempre espera una  mirada.
Que alguien se fije en ella,
y la dedique dos palabras:

¡¡¡que bella!!!




Dos pájaros se contaban ayer en el parque:

Sabes que no vendrán los niños.
Que no compartirán sus meriendas contigo.
El otoño nos roba sus migajas,
A cambio nos deja hojas secas y resquebrajadas.
Nos quita sus risas y su algarabía.
No quiero hojas secas que me despiertan,
como sonajeros con gritos desgarrados.
No quiero viento uracanado  que me deja ciego.
No quiero burbujas de nubes grises que se pasean por mi cielo.
Ni lluvia que me hagan tiritar en soledad.
Quiero que el sol de los veranos palmee mi hombro.
Que el día claro de primavera toque sobre las teclas de un piano.
Quiero sentir el aliento cálido de las madrugadas.
Y el bostezo de los ocasos.
Quiero que las estrellas dancen en el firmamento.
No quiero que los días se acorten.
Y que las noches se alarguen con bruma húmeda de fantasma.
Quiero claridad para ver la luna reflejada en tu frente.
Quiero volar y que mis alas no se quiebren por la soledad.








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