lunes, 29 de junio de 2009

Amaneceres y Naturaleza


Moras de moral, están riquísimas, el único problemas es que te ponen manchada de rojo. Las manos rojas. Los labios, dientes rojos, y los labios se ponen carnosos y muy rojos.

Mi melocotón entra en mi mano. Aun está pequeño, pero ha de crecer. Seguro en quince días me dará la satisfacción de podérmelo comer.

Y la vida continúa...
Mientras unos mueren, otros se preparan para llegar al mundo.
Una Mielrra invadió uno de nuestros manzanos para hacer allí su hogar.
Cuando tenía su casita preparada, acomodó allí tres huevos que ha de encubar.
Yo me asomé pero no toqué ni una sola ramita.
Pues sé que si toco, aborrece a sus crías.
Hice la foto con mucho tiento, y sin poner mis huellas en ningún sitio.
En quince días volveré y seguro allí estén los pajaricos aun desplumados.
Tampoco tocaré, pues si no su madre puede aborrecer.
Sólo haré fotitos desnuditos, aun despuntando sus cañamones.
Pues su traje el sastre, ha de ir haciendo mientras ellos vayan creciendo.



Y una línea divisoria separó el cielo de la tierra.
Pero el sol no dejó que lo traspasara.
Un trozo de cielo, se quedó al lado de la tierra para que los humanos no se volvieran malvados.
Y sepan que les espera un pedazo de gloria en el fin de sus días.
El hombre que teme, es más bueno.
Por eso la iglesia hizo el cielo y el infierno.
Pues si tenemos miedo, no haremos fechurías para no ir con Pedro Botero.
Ese es el eterno engaño del clero.
Si el infierno está aquí en la tierra.
Y mientras unos arden siendo buenos.
Los malos se lo pasan divinamente como el cielo.
Mientras tanto niños que son inocentes,
se mueren de hambre, de frío y en soledad.





... Y enormes pájaros que despertaron de la noche, surcaban el cielo. Sus enormes alas se iban batiendo con fuerza. En su abanicar espantaban a las nubes e iba apagando y cerrando los ojos de las estrellas. La noche se iba alejando, y la suplía un nuevo día. Un nuevo amanecer iba haciendo su presencia como fantasma asustado y adormecido,... acunado por el alba.