Enormes animales que en el silencio de la noche se sienten sus movimientos. Su respirar son como pequeños huracanes bajo la luna y las estrellas. Se respira una noche escalofriante.
Noche cerrada en una especie de savana en donde conviven y se destruyen montones de animales gigantes. En mitad de esta llanura una casa. Una casa en donde el viento se estrella contra ella. Está accesible a todas las inclemencias por estar en primer plano. Una casa en donde habitan personas que se encargan de dar de comer a esos animales. Al sonido de un timbre al ser pulsado, suena a lo largo y ancho de la estepa. Este sonido se escucha una vez al día y es como la campanada, que hace que todo ser vivo acuda a tomar su ración de comida. Hay vacas gigantescas, seis veces más grandes que las que tenemos aquí en estos momentos actuales. Hay osos, igual de enormes. Ratas que parecen cabras por su tamaño.
Una de las noches que todo estaba en calma, cogí mi cámara y junto con mi hermana (existe solo en mis sueños, yo tengo un hermano) salimos a dar una vuelta para hacer fotos. En el lugar no son frecuentes las concentraciones arbóreas, esto solo sucede en donde hay un río. Por lo que teníamos poca protección si nos veíamos amenazadas. En cualquier momento de peligro un árbol puede ser una buena armadura para escondernos tras él.
Aquí en este lugar no hay agua, lo que es incomprensible como tantos animales y de tantas dimensiones puedan abastecerse y beber. En esta noches nos percatamos de que bebían jarbando en el suelo. Ellos tenían una percepción muy particular, que hacía que cuando tenían sed se dirigieran a un lugar en donde pasaba un rio bajo la tierra. Sacaban una especie de antena que hacía como si fuera una goma por la que absorbían el agua. Pude captar con mi cámara esa antena en mitad de la frente. Y luego, como se echaban agua por encima para refrescarse. Esta antena la tenían todos los animales del lugar. Justo estaba entre el entrecejo, pero se escondía si no era usada.
Serpientes con patas, una especie de dinosaurios enormes que sus ojos sobresalían como si fueran globos inflamados, nos miraban como si fuéramos bichos raros.
Después de toda la noche caminando, encontramos una especie de montículo. Era tan chocante que hice una foto. A la luz del flas, hicieron aparición unos monstruos que furiosos por haberlos despertado echaban fuego por sus enormes bocas. Y salieron corriendo detrás de nosotras. Las piernas no nos daban abasto y era tal la angustia de padecer quemadas, que por arte de magia dos enormes pájaros salieron en nuestra ayuda, y nos cogieron con sus garras hasta depositarnos en la puerta de la casa.
Nos miramos incrédulas y entramos dentro de la vivienda haciendo el menos ruido posible. Mi hermana que era más trasto que yo, toco el timbre en un momento de nerviosismo, pensando que al ser de noche no iban a acudir los animales, y si los iba a incordiar. Abrió la puerta y allí mismo se encontró con un enorme chimpancés. Ella salió corriendo dejando la puerta abierta. Los animales querían su comida y empezaron a entrar en la casa, nunca habían franqueado la entrada, pero al no tener la barrera, entraron sin respetar. Ellos no distinguían el día de la noche, solo hacían caso al timbre.
Ya si me vi aplastada por alguno de estos enormes animales. No encontraba un lugar donde esconderme. Y de pronto, entre tanta angustia y desasosiego me desperté hoy, y eran las 10 de la mañana.
Menos mal que me desperté, si no, seguro ahora estaría muerta. :-)