viernes, 26 de febrero de 2010

Gran Casino Mallorca


Si te gusta la belleza en cualquiera de sus formas como la palabra convertidas en poemas, en dibujos y pinturas de óleos, acude al Gran Casino Mallorca.

Mi amigo Miguel Barrera me ha invitado para que asista a este evento cultural. Ya me gustaría poder ir pero las obligaciones y la distancia me lo impiden. Si tú eres una de esas personas afortunadas que puede visitar este Casino, pues ala, no te lo pierdas y ve a contempla la belleza del lugar y los trabajos de estas personas.

Graciasssssssssss Miguel por tu invitación.

Un fuerte abrazo, y mucha mierda como se suele decir en estas ocasiones



miércoles, 24 de febrero de 2010

Travesuras de Bolita

Bolita es una conejita muy cariñosa y mimosa. Cada mañana nada más levantarme la limpio y mientras la limpio anda suelta por la cocina. Se mete debajo de mí. Se esconde en mis zapatillas que tengo en chancletas, y me hace cosquillas en los pies mientras limpio su jaula. Me olisquea todo lo que está a su alcance. Mis manos, mi ropa, mis pies. Creo que ya conoce mi aroma. Mientras limpio la jaula estoy de rodillas, así mi espalda no sufre, y ella está lo más ceca de mí. Tengo que andar con mil ojos para no pisarla o aplastarla en cualquier movimiento.




La encanta que la acaricie y pase mi mano por encima de su cabeza aplastando sus orejillas puntiagudas, y siguiendo hasta donde termina su rabito. Una y otra vez la acaricio y se aplasta llena de satisfacción. Incluso se queda dormida o simula estarlo.



Ya va haciendo pis en el cacharrito azul. Aunque aún no sabe que no puede meter sus patitas dentro. Las cagarrutinas son bolitas duras, y yo constante mente recojo y guardo con esmero en una bolsa para que cuando deje de llover, y podamos sembrar el huerto, nos sirva como abono natural. Seguro este año tenemos buena cosecha con en el abono de mi bolita.



Solo la dejo suelta cuando estoy en casa. Cuando salgo a comprar o al trabajo la dejo al lado de la jaula de los pájaros. Así no se siente sola.

En cuanto siente la puerta se levanta para intentar abrir la jaula y salir a recibirme. Es curioso cómo nos hemos hecho la una a la otra. Ahora le dedico menos tiempo al ordenador, y me doy buenas carreras con ella. Dejo las puertas cerradas y corre de la cocina todo el pasillo hasta la habitación pequeña que es esta del ordenador. A veces se asusta y sale despavorida, y se mete dentro de la jaula como diciendo: ya no me vas a coger, estoy en mi casa. Me rio con ella porque a veces la dejamos suelta después de cenar en el cuarto de estar, jajajaja y tenemos buscarla bajo el sofá, porque se esconde y se aplasta debajo.



Si está nerviosa la paso la manita por encima y se relaja. Con Antonio, mi compañero se asusta más. Aunque ya también se está encima de él muy relajada.



Se lava la carita con las dos manos, igual que nosotros, solo que ella previamente se chupa las manitas para asearse.

Y ya ha aprendido a beber agua del grifo. Es una monada como bebe el agua.

Y bueno que nos estamos tomando cariño.

Esta es mi conejita bolita.



Manos Frías


Me complacía acariciar sus manos siempre frías. En los días largo del invierno frotaba, y enterraba entre mi entrepierna para que no hicieran acto de presencia los sabañones. Sus manos eran suaves, finas, hermosa. El agua caía y los dos mirábamos a través de los cristales en silencio. Solo se escuchaba nuestra respiración, y el hiriente viento frío que soplaba en la calle y se metía por las rendijas de las ventanas y los bajos de las puertas. Los inviernos eran largos y estábamos muchas horas en una mudez fosilizada. Conocía milímetro a milímetro cada palmo de sus manos. Su piel era suave, lechosa y delicada. Horas y horas mis dedos recorriendo las líneas que el tiempo fue esculpiendo en sus palmas, y las arruga que el tiempo fue tejiendo en su piel. A veces sus manos las cubría totalmente con mis mejillas, y las besaba, porque sabía que la gustaba. Mis labios las recorrían y se abandonaban, y bebían de la calidez de esa piel que tanto amor me dio, y tanto me hicieron gozar. Los recuerdos me nublan la vista y mis ojos se llenan de lágrimas saladas que brotan de ellos como si de un manantial se trabara.

Me viene a la mente su olor y textura y mis labios hacen por buscarlas y besarlas. Pero su ausencia me lastima y maldigo el no haberme ido con ella.
No fui capaz de permanecer junto a ella mientras daba los últimos suspiros, y sus manos  qeudaban frías y sin vida. No tuve voluntad para tomar sus manos entre las mías y dejarme morir junto a ella.
Hoy miro solitario y con amargura la lluvia a través de los cristales, pero no puedo acariciarte las manos, las mías están tan frías como las tuyas.

Año a año repetía la misma cantinela en abuelo, hasta que un día las manos de la abuela vinieron en su busca.


La soledad de los ancianos en los inviernos es más dura que en primavera o verano.