martes, 22 de febrero de 2011

Provengo de la Montaña...

... Se escucha una suave melodía allá en la montaña.
Es el agua que de  los hielos  se está deshaciendo, y baja pausada  por las laderas. Recorre  cada grano de tierra, cada poro, cada hierba, cada hoja que adormecida se desprendió con  el viento y cayó. Y el agua sigue sigilosamente corriendo.


Su cantar es liviano como el despertar de la mañana.
Poco a poco se encuentra con otras voces que bajan de otras montañas dándose la mano para caminar juntas. Mano sobre mano se abrazan, y van formado pequeños arroyuelos.
Siguen uniendo sus manos y sus cantos hasta formar un gran arroyo. Pero los arroyos no son capaces de albergar tanto agua y escupen a los ríos el agua que les ahoga.
A su vez los ríos comienzan a naufragar y abren sus manos para dejar que corra agua a los mares.
En los mares cabe todo el agua, todo el canto de los torrentes, arroyos  y montañas.
El mar es infinito y no necesita vomitar agua a ningún sitio. Sin embargo a veces llora, y sus lágrimas se evaporan bebiendoselas las nubes,  que con el tiempo vuelven a la tierra en forma de gotas de lluvia.
Así sucesivamente. Por eso el canto del agua no cesa nunca, a menos que el hombre con la contaminacíón destruya a las nubes, y a la morada del canto del agua que son la montaña, los arroyos, ríos y mares...