... Ahí está, pasivo, quieto, elocuente, escuchando el murmullo de los coches que pasan veloces, a toda prisa. Tiene vértigos, por eso no puede permitirse el lujo de asomarse al vacío.
Único testigo de las muchas faltas que los conductores al volante de sus coches se tomaban el lujo de hacer. Él no lo contará a la policía. Permanecerá mudo hasta la saciedad. Él solo piensa en que ningún desgraciado de los que pasan por allí, tenga la mala suerte de chocarse y herir alguna de sus largas piernas.
Rígido y frio contempla las nubes cuando de día, éstas, pasean y le rozan y riegan su cabellera. Rígido y frío en las noches solitarias, la luna y las estrellas son sus únicas compañeras.
Allí está perenne cuan árbol de ramas sin hojas, pero de acero y pilares de hormigón.
Es inclreible como suena desde arriba el sonido de los coches. Diría que incluso el viento es zarandeado y sale corriendo aullando antes de ser atrapado entre la ruedas. |
Ahí donde lo ven, cada día ve una bella puesta de sol, y un bello amanecer.